Creo que llegó la hora de hacer las maletas, de asumir, de crecer, de emigrar. Es tiempo de agradecer por todo lo lindo que ha sido pero que vengo a despedirme. A decir adiós, el definitivo.
En estos momentos siento que la mejor terapia intensiva sería apagar la luz, taparme hasta el cuello y olvidarme de todo por unas buenas horas. Pero pasa que al despertar se viene todo encima otra vez. Full ideas, sentimientos encontrados, otros aún perdidos. Y pasan las horas y el tiempo en vano.
Si doy un vistazo a unos años atrás y me comparo con el hoy debería estar orgullosa de mí, pero aún hay lecciones por aprender. Es momento de cortar el cordón, de despegar los pies de la tierra, de esta tierra. Creo que el componente de esta tierra es lo que no me deja crecer. Es regar una planta con puras malas ilusiones. Las ilusiones son buenas, pero en su toque justo y con un fin próspero.
La esencia de las cosas está en como son, creo que es muy difícil poder cambiar todo, pero sí se puede hacer un esfuerzo por adaptarse. No quiero cambiar mi esencia, sólo quiero evitar el drama reducido a algo tan ínfimo. Llegó la hora de despreocuparse, de mirarlo todo con más ligereza, de no hacerse más dramas existenciales, de olvidar lo malo y sacar lo bueno.
Cuando esté lista prometo volver, pero no para demostrar lo aprendido, sino a poner en práctica mi entereza y mi coraje, una vez más ...
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